Cada año, miles de personas acuden a un profesional de la salud semanas o días antes de quitarse la vida.
Los signos y síntomas de pensamientos o comportamientos suicidas son a menudo sutiles y no son inmediatamente evidentes para los proveedores de atención médica, por lo que muchos pacientes que experimentan estos síntomas no son examinados. Estas interacciones son oportunidades perdidas para poner a las personas en contacto con la atención que salva vidas.
Los profesionales sanitarios deberían preguntar a todos los pacientes, tanto si presentan signos de riesgo como si no, si están considerando el suicidio. El cribado inicial dura menos de un minuto, está cubierto por las aseguradoras públicas y privadas, y puede ayudar a identificar eficazmente a las personas que experimentan pensamientos o comportamientos suicidas.
Los pacientes con riesgo de suicidio no siempre lo demuestran
El suicidio rara vez es causado por un solo factor. La mayoría de las prácticas de detección actuales se centran en las condiciones de salud mental como indicador principal del riesgo de suicidio, aunque más de la mitad de las personas que mueren por suicidio no tienen un diagnóstico previo de salud mental. Una amplia gama de factores puede contribuir al riesgo de suicidio, muchos de los cuales no son evidentes en los registros de salud o pueden no ser revelados voluntariamente por los pacientes. Estos factores pueden incluir los antecedentes individuales y familiares; las circunstancias socioeconómicas; el acceso a medios letales, incluidas las armas de fuego y los medicamentos; y los obstáculos para acceder a una atención de salud mental asequible, incluida la inadecuada cobertura de los seguros para los servicios y la falta de profesionales de la salud mental.
Los individuos muestran la suicidalidad -que incluye pensamientos suicidas, planes, autolesiones deliberadas e intentos de suicidio- de forma diferente. No todos los individuos revelan por sí mismos que están experimentando pensamientos o comportamientos suicidas. Las personas también pueden expresar los síntomas de suicidalidad o las condiciones de salud mental de manera diferente, dependiendo de su origen cultural, el género, la personalidad, o el diagnóstico: el trastorno límite de la personalidad, la bipolaridad, depresión… La comprensión de la compleja constelación de factores de riesgo de suicidio y las señales de advertencia es un reto. Los proveedores pueden malinterpretar los síntomas -o la falta de ellos- y subdiagnosticar o diagnosticar erróneamente a los pacientes.
El cribado universal es más eficaz que las prácticas actuales
El cribado universal identifica a más personas en situación de suicidio; la conexión con la asistencia reduce los intentos de suicidio y las muertes. Hacer unas pocas preguntas directas puede ayudar a asegurar que todos los individuos que experimentan pensamientos suicidas sean identificados y conectados a la atención. De hecho, un estudio sobre el cribado universal en los servicios de urgencias descubrió que los proveedores de atención sanitaria identificaron a casi el doble de pacientes con riesgo de suicidio de los que habrían identificado si no hubieran examinado a todos. Otro estudio de los servicios de urgencias descubrió un 30% menos de intentos de suicidio totales a lo largo de un año entre los pacientes que recibieron el cribado universal y la atención de seguimiento basada en la evidencia que entre los pacientes que no fueron identificados mediante el cribado universal.
Hablar del suicidio no aumenta el riesgo. Algunos profesionales sanitarios evitan preguntar sobre el suicidio porque creen que hablar de él puede desencadenar pensamientos o comportamientos suicidas. Sin embargo, los estudios demuestran que el cribado del riesgo de suicidio es seguro y no se asocia a un aumento de la suicidalidad. Además, la comunicación directa con los pacientes sobre el suicidio es fundamental para identificar a las personas que experimentan riesgo de suicidio y aumentar la probabilidad de que reciban tratamiento.
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